24 de noviembre de 2024

La repulsión al primer cigarrillo podría ayudar a combatir la adicción

Un equipo en la Universidad de Toronto identificó las células del cerebro que responden con asco a la primera vez que se fuma un cigarrillo, un descubrimiento que podría contribuir a combatir la adicción al tabaco, según un artículo que publica este lunes Proceedings of the National Academy of Sciences.

Tayn Grieder, investigadora de neurociencias en la UT y quien encabezó el estudio tiene razones muy personales para su pesquisa de varios años: su padre murió prematuramente a causa del tabaquismo, y en su familia de seis personas, cinco fuman o han fumado, excepto ella.

Para los científicos ha sido una paradoja por décadas el hecho de que cualquier persona que fume un cigarrillo por primera vez reacciona con disgusto: el sabor es repugnante, la sensación del humo inhalado es desagradable, y, en muchos casos, la pitada resulta en tos.

Sin embargo, en todo el mundo hay aproximadamente 1.100 millones de fumadores, el 80 % de ellos en países de ingresos medios y bajos. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el tabaquismo mata cada año a más de 8 millones de personas, con 7 millones de fumadores y alrededor de 1,2 millones de personas expuestas al humo de los fumadores.

Por mucho tiempo los científicos han sabido que la nicotina tiene un efecto doble en el cerebro donde estimula simultáneamente el placer y la adicción, y la creencia general era que los efectos opuestos son resultado de la activación de receptores de nicotina en diferentes partes del cerebro.

Pero Grieder y sus colaboradores encontraron que tanto la sensación agradable como la aversión son percibidas por dos poblaciones diferentes de neuronas que residen en la misma zona llamada área tegmental ventral (ATV).

El ATV es un grupo de neuronas cercano al medio del piso del mesencéfalo y, además de su papel clave en el sistema de recompensa del cerebro que actúa en numerosas adicciones, también desempeña un papel importante en la cognición, la motivación, el orgasmo, la dependencia a las drogas, las emociones intensas como el amor y varios trastornos psiquiátricos.

Cuando una persona prueba un cigarrillo por primera vez, la nicotina envía todos sus receptores a la ATV para estimular tanto el placer como el asco, pero si esa persona sigue fumando hay un cambio en su cerebro.

‘La aversión debería estar allí todo el tiempo, pero cuando más fume la persona, habrá cambios en la cantidad de receptores y en los procesos de señales en el sistema de recompensas del cerebro’, explicó Grieder.

Los investigadores infectaron ratones de laboratorio con virus modificados genéticamente para transportar y reintroducir los receptores de nicotina en uno de los dos tipos principales de neuronas en el ATV, las de dopamina o las neuronas conocidas como GABA por el químico neurotransmisor que liberan.

Luego expusieron los ratones a dosis de nicotina comparables con un fumar intenso en una prueba estándar de comportamiento que mide los efectos placenteros o repugnantes de las drogas. Los datos muestran que las neuronas dopamina en el ATV son responsables por el rechazo, en tanto que las neuronas GABA señalan recompensas en el cerebro de los ratones.

Esto contradice la noción general de que la dopamina es siempre la señal principal de recompensa.

Según Grieder la diferencia está en si los animales son o no son dependientes de la nicotina. Si bien las neuronas dopamina son responsables por el asco en los animales no dependientes, también dan señales de recompensa y la aversión a dejar de fumar una vez que la dependencia queda establecida.

Lo que antes fue placentero se convierte en una necesidad de seguir dándole nicotina al cerebro.

‘Ya no se trata de sentir algo agradable, sino acerca de aliviar los malestares que ocurren cuando no se tiene suficiente droga en el sistema’, dijo Grieder

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