La televisión 8K busca hueco cuando la 4K aún da sus primeros pasos
La primera televisión 4K llegó al mercado de la mano de Toshiba en 2011. El nuevo formato -técnicamente llamado UHD- llegaba con ocho millones de píxeles, multiplicando por ocho la resolución del HD. Pero en 2019 buena parte de los hogares españoles siguen disfrutando de su solitario millón de píxeles en casa.
Llegó cuando apenas había cámaras que grabaran en esas calidades (solo dos entonces en España) o profesionales preparados. Y los costes eran muy altos. Ahora, paso a paso, se está convirtiendo en el estándar definitivo: más de la mitad de las nuevas televisiones que se venden son 4K, según datos de la Empresa de investigación de mercados IHS.
Samsung los eleva al 75% de las ventas. Pero, cuando aún no está asentada y tiene mucho camino por recorrer, el 8K ya está aquí con sus 33 millones de píxeles. Parte del mundo audiovisual se ha reunido esta semana en Málaga en el 4K HDR Summit para analizar la situación que confunde al usuario, que no sabe en cuál tecnología invertir su dinero.
Por ahora, gran parte del sector lo tiene claro: el presente y el futuro se verán en 4K. “Hay que recorrer bien ese camino y ya llegaremos, con tiempo, al 8K”, dice Marúa Rúa, directora ejecutiva de la empresa de investigación de mercados IHS Markit. Sus palabras se sostienen con los datos.
Apenas existe un canal en el mundo que emita en 8K, se llama NHK y está en Japón. Precisamente desde el país nipón quieren dar un impulso a esta tecnología con la retransmisión del reciente Mundial de Rugby y los próximos Juegos Olímpicos de Tokio (los de Río se emitieron en 4K).
Sin embargo, la previsión es que menos del 1% de hogares de todo el mundo tengan el próximo verano una televisión 8K. Samsung lanzó el año pasado sus primeros modelos de entre 65 y 98 pulgadas, formatos enormes. Este año se han sumado otros muchos fabricantes como LG, Sony o Panasonic. Rondan los 6.000 euros.
Al alto precio se debe sumar la práctica total ausencia de contenidos. Para contrarrestarlo, Samsung ofrece escalar cualquier formato hasta el 8K mediante inteligencia artificial “aumentando píxel a píxel para llegar a un 95% del formato real”, según explica Nacho Monje, director de Marketing de Televisión para España y Portugal de la multinacional coreana.
El mercado no tiene tan claro que esa sea la solución ni que convenza al consumidor. Tampoco ayuda que para que el ojo humano sea capaz de captar en su totalidad la resolución de 33 millones de píxeles deba situarse a un palmo de distancia. Desde el sofá, la cosa cambia. “A nivel de usuario nadie va a ser capaz de ver la diferencia entre ambas opciones”, subraya Emili Planas, director de tecnología en Mediapro.
Por todo ello, el sector audiovisual sigue mirando hacia el 4K, al que considera como la mejor fórmula para obtener una experiencia televisiva inmersiva. Los productores auguran que es el estándar que ha llegado para quedarse. “Es ideal porque es el límite que el ojo humano puede captar”, añade Planas.
Pero aún tiene carencias. Basta ver que en todo el mundo sólo hay 177 canales en ese formato. En España, Orange y Vodafone ofrecen algunos de ellos y Telefónica y Movistar+ disponen de contenidos. Aunque ganan plataformas de streaming como Amazon (con 446 títulos) y Sky (382), aunque la lista la lidera Netflix con 646 títulos.
Eso sí, para disfrutarlos a esa resolución hay que pagar el doble: la cuota premium es de 15,99 euros frente a la estándar de 7,99 euros. Los especialistas creen que el consumidor no está muy dispuesto a pagar esa diferencia porque con HD o Full HD tiene más que suficiente. Además, aún siguen existiendo numerosos problemas con los estándares, configuraciones o cableados. Es problemático incluso para los profesionales. Y ello hace que el usuario no siempre sepa si la señal que está recibiendo su dispositivo es realmente el que ha contratado.