La Generación Z habla sobre el acoso sexual en la República Dominicana
El género define la vida social en la República Dominicana y en el mundo. Suena exagerado, pero no reconocía que existía una diferencia abismal entre ser un adolescente y una adolescente hasta que comprendí el impacto social del acoso sexual en mis amigas.
Es evidente que ser una mujer en este país es vivir en miedo constante por el comportamiento depravado y hostil que presentan los hombres. Antes de entrar a profundidad en el tema del acoso sexual es importante destacar que es la responsabilidad de todos, tanto como el hombre y como la mujer de exorcizar de nuestra sociedad a este demonio que lleva atacándonos desde la antigüedad.
Guiado por escribir un artículo objetivo y veraz que se acerque lo más posible a relatar la realidad que viven las adolescentes y jóvenes adultas de esta sociedad, he decidido encuestar a un grupo de jóvenes sobre sus vivencias personales con el acoso sexual.
Para ser lo más objetivo posible, debo reconocer mis limitaciones en el tema. En este caso mi mayor limitación es mi propio género, tal vez no pueda expresar el sentimiento de la mujer al máximo, pero sí puedo intentarlo. Sin más preámbulos, escribiré sobre tres tipos de acoso sexual: El acoso sexual físico, callejero y digital u online.
El autor decidió encuestar a un grupo de jóvenes sobre sus vivencias personales con el acoso sexual.
El acoso sexual más reconocido sin duda alguna es el físico. Sin embargo, como hombre cuando uno piensa en este tipo de acoso se imagina a un jefe en el trabajo manoseando a su subordinada sin que obviamente está lo desee.
Sin embargo, para los jóvenes, el acoso sexual físico es muy popular en las fiestas. Si viejo, cuando intentas “perrearte” a una “jeva” y ella no quiere, no sigas intentando porque al hacerlo, se convierte en acoso sexual. No seas “esa pana” que le agarra tan duro las caderas a una chica a tal punto de que esta amanezca con un “morao”.
Tampoco seas ese “amigo” que le gusta forzar con sus amigas para besarla en una fiesta. Cuando digo forzar, me refiero a manipularla o seguir tratando de convencerla para ligar, aun cuando sabes bien que ella no quiere contigo. No debes tomarlo como una ofensa personal, si ella no quiere contigo, no quiere y eso se debería de respetar.
Hablando de respeto, tocaré sobre la ausencia del mismo con los famosos piropos. Si, los piropos son una forma de acoso sexual conocida como acoso sexual callejero. Esto es penosamente común en nuestra sociedad. Un ejemplo de esto es visto en el siguiente extracto de una anécdota de una de las adolescentes encuestadas: “Un hombre bajo la ventana de su yipeta y me gritó ‘diablo y to eso e tuyo?’, por razones obvias, empecé a caminar aún más rápido.
El hombre me volvió a gritar, pero esta vez, su voz estaba llena de odio, me dijo ‘Wow, pero la verdad que las carajitas de ahora son malcriadas’.
Pensé que se iba a quedar hasta ahí ya que estaba llegando a mi carro, pero el hombre se bajó de su yipeta y corrió tras mío.” Sin duda alguna, leer esto causa pánico, una adolescente en nuestra sociedad debe preocuparse de que en la calle un loco cualquiera la persiga, en este caso, un loco cualquiera puede ser cualquier hombre.
Claro, esto puede ser considerado como un ejemplo fuera de lo normal pero la realidad es que es parte de lo usual. Debido a esto, es que ninguna adolescente sale sola por las calles de nuestro país, regularmente caminan en grupo o acompañadas por un hombre, lo cual es irónico.
El último tipo de acoso sexual que voy a tocar es el más icónico de nuestra generación y es el acoso sexual digital u online. Dicho acoso es presente cuando el hombre intenta obligar a una mujer a enviarle fotos de ella desnuda y también está presente cuando el hombre envía “fotos no solicitadas de su pene”. Según una encuesta hecha por YouGov, 41% de mujeres de 18 a 36 años han recibido al menos una foto no solicitada del aparato genital masculino.
El problema detrás de enviar fotos no solicitadas de tu pene, mi querido amigo, es que estás reforzando el concepto machista de que la mujer siempre debe estar dispuesta a aceptar tu invitación a tener sexo. Lo cual es absurdo porque para el que se le olvide, le recuerdo, que la mujer no es un objeto y mucho menos uno sexual. Por lo tanto, si nuestra sociedad permite normalizar este comportamiento que parece inofensivo para muchos, se estaría abriendo las puertas para que la mujer siga sufriendo de acoso sexual online.
Otro gran problema en el acoso sexual digital es cuando una mujer es obligada a enviar fotos desnudas. Los conocidos “tigres” satisfacen su propio sentimiento de “macho alfa” cuando logra obtener una foto desnuda de una conocida o amiga.
Este tipo de animal apoyado por sus compañeros masculinos, tiende a molestarse con la mujer, le habla mal, o le deja de hablar, pero siempre utilizando tácticas de extorsión para lograr que la mujer le envíe fotos desnudas.
¿Qué es lo peor de todo? Cuando el “tigre” comparte esta foto por el grupo de “los panas” con el fin de que estos mismos sepan que el “tigre” es de respetar por conseguir estas fotos. De esta manera, dicha mujer que tuvo la confianza o mejor dicho fue obligada a compartir una foto de ella desnuda se vuelve una “cuero” en los ojos de otras mujeres y se vuelve un relajo, un meme y hasta un sticker en los ojos de los hombres.
Por último, quisiera identificar la barrera que nos impide como sociedad luchar contra el acoso sexual como tal, esta barrera es la normalización. De cierta forma la mujer se ha acostumbrado a este maltrato y ya lo ve como si fuera normal. Incluso esta normalización ha evolucionado a tal punto de que ha alterado el lenguaje que utilizamos para referirnos al acoso sexual como tal.
Por ejemplo, cuando hablamos de acosos sexual callejero utilizamos la palabra “piropo” que significa una expresión de admiración, halago o elogio que se dirige a una persona. Sin embargo, el acoso sexual callejero está lejos de ser un simple elogio hacia la mujer, pero para que el hombre se sienta que no está haciendo nada malo este prefiere decir que piropea a las damas.
Incluso este método de adornar el problema hace que muchas adolescentes dejen de luchar o hasta sientan que no hay nada malo con los famosos piropos. Otro efecto de la normalización es el uso de muletillas, las mujeres se han habituado a en vez de decir que sienten “incómodas” con el comportamiento del hombre mejor dicen que se sienten “un poco incómoda”.
Claro, esta forma de minimizar el problema es parte del miedo que sienten estas por la hostilidad del género opuesto. El impacto social del acoso sexual es preocupante y debe ser solucionado por todos nosotros. Es tiempo de cambiar que la mujer viva con tanto miedo de salir a las calles solas o a decir su opinión libremente. Como hombre si ves a otro hombre acosando sexualmente a una mujer, detenlo. No podemos seguir contribuyendo a este comportamiento anormal, ya es tiempo de empoderarnos y como jóvenes empecemos a des-normalizar.