Daniel Samper: La literatura o la poesía no son para inteligencia artificial
EFE. Bogotá, Colombia. Escribir literatura o poesía requiere sensibilidad y la inteligencia artificial no puede igualar en ese campo a la creatividad humana, afirma el periodista, escritor y académico colombiano de la lengua Daniel Samper Pizano a propósito del Día del Idioma o Día del Libro que se celebra este domingo.
Samper Pizano (Bogotá, 1945), uno de los periodistas más reconocidos y premiados del país, con el Maria Moors Cabot (1982) y el Premio Internacional de Periodismo Rey de España (1988), entre otros, es además miembro de número de la Academia Colombiana de la Lengua, a la cual ingresó en 2016 con el discurso titulado “Francisco de Quevedo Villegas, ¿poeta o humorista?”.
Por eso sabe muy bien que “la poesía es un lenguaje de sugerencias, donde una palabra puede estar diciendo mucho más de lo que aparece en el diccionario” y la inteligencia artificial (IA) no tiene, al menos por ahora, esa capacidad de saber el contexto en el cual se usa un vocablo.
“Esto ya le cuesta más trabajo a la inteligencia artificial y la prueba es tratar de que haga un poema. Tú le puedes decir, un soneto tiene dos cuartetos y dos tercetos, y te dará 14 líneas, pero no te dará un poema realmente”, afirma.
La Creatividad primero
Para el escritor, la mente humana es la que tiene “la capacidad de escoger las palabras que darán una unión rara, lo que es en buena parte la poesía o la literatura de García Márquez, un adjetivo inesperado con un sustantivo que no calificaba para eso. Eso es lo que hacen los escritores”.
Pero “eso no lo puede hacer la inteligencia artificial porque funciona a partir de las cosas que se han usado y por eso siempre buscará el adjetivo más obvio, que es el que encuentra en los algoritmos”, agrega.
Samper Pizano reconoce que sus conocimientos tecnológicos no lo hacen un experto en herramientas como el ChatGPT, una de las que ha revolucionado la manera de producir contenidos en internet, pero en las pruebas que ha visto, como una décima escrita para el portal periodístico Los Danieles, “fue el fracaso más terrible”.
“La inteligencia artificial puede ayudarlo a uno a hacer ciertas circulares generales y cosas así, pero lo que no hará es corregir errores. Por ejemplo, si vuelve a encontrar un error frecuente, el algoritmo meterá el error porque no tiene capacidad para corregirlo”, explica.
Igualmente señala que “ciertos cambios de sentido que se han producido en la lengua española, que son fascinantes (…) enloquecerían a un algoritmo” porque son cosa de humanos, y cita otro ejemplo: “‘un tema álgido'”, que en una época era ‘un tema muy frío’, ahora es un ‘tema muy caliente’, justamente lo contrario”, por la evolución del idioma o incluso por errores.
“Como la gente empezó a darle un sentido opuesto sin perder el primero, ahora lo buscas en el diccionario y tiene los dos sentidos, o muy frío o muy caliente. Si lees un autor del siglo XIX ese álgido es frío, si lees uno de ahora ese álgido es caliente, pero eso no te lo va a contar la inteligencia artificial sino la cultura que tengas y tu capacidad de escritor, de periodista o de ser humano para entender esas cosas”, asegura.
El Lenguaje Inclusivo
Desde la óptica del académico, Samper Pizano también considera “artificial y artificioso” el lenguaje inclusivo.
“Es producto de una serie de compromisos de tipo político amplio, que nacieron precisamente en el inglés y en algunas universidades de Estados Unidos y han ido bajando en hombro de grupos feministas, de profesores, etc, que pretenden cambiarle el lenguaje al verdadero dueño de él, que es el pueblo”, afirma.
En ese punto insiste en que “en el momento en que el pueblo decida ciertas cosas el lenguaje cambia” y eso sucede porque ve la realidad, como ocurre en el uso de determinados sustantivos, como “arquitecta”, “médica” o “ingeniera”, que surgieron cuando hubo mujeres en esas profesiones.
“Habrá huellas del movimiento que queden”, dice sobre expresiones políticamente correctas, como “hospital siquiátrico” en vez de “asilo de locos”, y considera que “eso está bien”, pero en otros casos no.
“En América Latina, sobre todo, el negro no es solamente una persona de ese color, el negro es un apelativo cariñoso y hay canciones dedicadas al negro, a la negrita. Pretender que eso se erradique es atentar no solamente contra la lengua sino contra los sentimientos expresados en la lengua. Eso es artificial y pretenderlo no pasa de ser un ejercicio de vanidad académica”, concluye. (Jaime Ortega Carrascal)