No es cierto que República Dominicana retrocede 10 años en educación
Por Prof. Juan Valdez
Los Informes del Banco Mundial, UNICEF y la UNESCO de los años 2021 y 2022, sobre el Estado de la Crisis Educativa Mundial, inician en sus portadas diciendo que ninguno de estos informes garantiza la exactitud, integridad o vigencia de la información incluida en estos trabajos, ni asumen responsabilidad alguna por los errores, omisiones y discrepancias que la información pudiera contener, o responsabilidad por la utilización o no de la información, métodos, procesos o conclusiones expuestos en estos informes.
En términos de investigación educativa, esta declaración, aunada al hecho de que las afirmaciones de estos informes no se basan en evaluaciones de aprendizaje a los estudiantes, sino, en efectos simulados, obtenidos a través de encuestas telefónicas de percepción a diferentes actores del sistema educativo y en simulaciones probabilísticas, que comparan los resultados educativos antes de la pandemia, con apreciaciones de las consecuencias que las limitaciones producidas por la pandemia, podrían tener a futuro, no producen una investigación con rigor científico que sustente la declaración de que la República Dominicana, en particular, retrocede 10 años en educación, como publican varios medios escritos del país.
Por ejemplo, al simular, para 16 países de la región, el descenso promedio en los puntajes de las Pruebas del Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE 2019), que son la base de referencia para estas declaraciones, fueron en promedio 718 y 715 para tercer grado en matemáticas y lectura, respectivamente, y 725 y 715 para sexto grado en matemáticas y lectura, respectivamente.
Las estimaciones probabilísticas de estos informes calculan que estos puntajes podrían bajar alrededor de un 6,3% (o 45 puntos) en ambos grados y en ambas materias, basándose en el cálculo de la duración real del cierre de las escuelas, proveniente del calendario agregado del Banco Mundial y de una estimación del nivel medio de eficacia de las medidas de mitigación para el aprendizaje a distancia, tomadas por estos países.
Por lo tanto, estos informes no demuestran que la República Dominicana, en particular, retrocede 10 años en educación, como publican los medios, sino, que sus simulaciones estiman que los países de la región podrían lógicamente obtener puntajes promedio inferiores en las pruebas estándares internacionales, a los obtenidos en 2013, o sea, hace alrededor de 10 años, considerando, como referencia, las puntuaciones medias de las pruebas TERCE 2013, de 700 en lectura y 709 en matemáticas.
Aun así, en términos de puntaje, ya que las pruebas ERCE utilizan un enfoque curricular, es decir, que miden logros de aprendizaje en relación a los objetivos de aprendizaje que son comunes en la región de América Latina y el Caribe, según los planes de estudio de cada país, de aplicarse como comparación a los resultados del 2013, en estos momentos estas tendrían que ser ajustadas a las simplificaciones curriculares provocadas por la pandemia en toda la región, antes de ser usadas como referencia de comparación de atraso o avance, en los aprendizajes de estos países.
En realidad, no podemos ignorar que el efecto de la pandemia ha sido directamente exacerbante a todos los indicadores de calidad educativa, en todos los países del mundo, debido al efecto que esta ha tenido en todos los aspectos de la vida humana, lo cual es perfectamente entendible, ya que a nadie se le ocurriría pensar que la pandemia provocaría la mejora de algún aspecto de la vida en sociedad o de los sistemas educativos del mundo.
El punto es que, si realmente queremos mejorar la educación Dominicana, debemos basarnos en precisiones científica y objetivamente validadas y no en el fatalismo predicho por algoritmos y simulaciones, de informes que descartan todo esfuerzo y decisión humana de cambiar el curso de la historia y lograr mejores resultados, a través del esfuerzo y la dedicación de hombres y mujeres que estamos dispuestos a luchar por un mejor país.
A los dominicanos, en particular, lo que sí nos queda pendiente, como ciudadanía activa, es asegurarnos de que las autoridades educativas tomen las medidas necesarias, para mejorar todos los factores asociados a la calidad educativa en nuestro país, los cuales están claramente referidos en los Artículos 58 y 59 de la Ley General de Educación 66-97, cuyo incumplimiento se ha evidenciado por años, en los bajos índices alcanzados en las evaluaciones locales e internacionales, de los últimos 20 años.
Este fue precisamente el espíritu y el compromiso asumido por todos, hace ocho años, con la firma del pacto por la educación, el cual es ahora menester reencauzar, en procura de garantizar una educación de mayor calidad para el pueblo dominicano.