7 de enero de 2025

Burbujas (Cuento breve)

Escritor Virgilio López Azuán

Por Virgilio López Azuán

Si es así, yo todavía no he muerto, ni Lisbeth ha llorado por mí, como me enteré después de dar la vuelta. Parece que tengo que morir varias veces antes de morir definitivamente. Alguien tiene la culpa de esta situación. Ahora, fumando este Habano, me dicen que ni siquiera he nacido. Pero yo me estoy fumando este Habano ¡Carajo! ¿Cómo que no he nacido?.

Estoy seguro de estar vivo. ¡Mírenme, lanzo esta bocanada de humo, estoy aquí! ¿Y si no estoy de verdad? ¿Si alguien me está manipulando para hacerme pensar de esta manera? ¡No puede ser! Entonces, ¿están manipulando a miles de millones en la Tierra? Me resisto a creerlo.

Si es así, soy un títere y no una persona. Han puesto hilos en mi cabeza, en mis manos, en mis dedos, en mis pies, en todo mi cuerpo. Me muevo y contorsiono. Danzo o me hacen danzar, como otros quieran, gustándome a mí también.

¡Me resisto! ¡Eh! ¡Qué tonto soy! Cambiaré la estrategia. Lo haré a mi manera, no me resistiré. Su propósito no lo lograrán conmigo. ¿Y si su propósito es que no me resista?.

Se me ocurre pensar, vivo dentro de una gran red de la cual no puedo librarme y, por primera vez, estoy pensando salirme de ella, emprender otros caminos y probar algo diferente, tener autonomía sin ser vigilado y no sepan con certeza los pasos de mi vida.

Pero si me libro de la red, a lo mejor ni siquiera conozco a Lisbeth. ¿Y qué voy a ser en la vida sin ella? Nada tendría sentido. No hubiera escrito los sesenta libros de poesía inspirados en ella, ni me hubiera quedado en este pueblo lleno de absurdidades. Bueno, si no hubiera sido Lisbeth a lo mejor la mujer tendría el nombre de Yoskaret o Elizabeth, ¡qué sé yo!, y también me hubieran inspirado sesenta libros de poesía.

Mirándolo bien, ¿cuáles son los méritos de escribir sesenta libros de poesía a una mujer que no leería un libro nunca en su vida? Pero… Entonces, yo no hubiera sido yo. Eso es la diferencia.

¿Y quién determinó que yo sea quién soy?, pensé sin dudar… Fui yo. Sí, eso es, ¡ ¿cómo no lo descubrí antes?! ¡Eh! ¡Entonces yo soy quien controla la red! ¡No, no, no…, no me echen esa responsabilidad! Yo no puedo ser quien controle la red, serán otros. ¿Yo tendré capacidad de cambiarlo todo en este mundo? ¡Noooo…! Me resisto. Un simple movimiento de mi mano puede modificarlo todo. Todo lo planeado. El plan infinito. Pero, ¿y si ese movimiento de mi mano es parte del plan?.

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Bueno, es hora de no pensar. Así estaré más feliz y esta angustia no existirá. Mejor es nacer y morir aquí o allá, tantas veces. Es posible que mi madre me esté cambiando los pañales o que mi papá ya fuera un astronauta y estuviera en la ruta rumbo a Marte. O los padres de mi madre se estarán dando el primer beso, mientras a mí me arropa un terral en un desierto de Afganistán como soldado norteamericano.

Tal vez vivo en una burbuja virtual y todo esto lo estoy soñando como para encontrarle sentido a mi existencia. No, mi existencia no tiene sentido sin Lisbeth.

Ella no estaría en esa burbuja, florecería en la burbuja del lado tratando de seducirme. Me mostraría que la realidad no es como una hoja de papel doblada a nuestro antojo, lanzada, desconocida y negada. Si Lisbeth está en una burbuja, también yo lo estoy, igual que todos los habitantes del planeta. Chocaríamos unos con otros y rebotaríamos como huevos incubando vidas nuevas.

Ni burbujas, ni incubaciones. Yo estoy aquí y me toco el brazo para ver si estoy vivo. Indiscutiblemente estoy vivo. Si me hago una herida en mi carne, seguro la sangre brotará para sorprendernos con su rojo esplendente. Las venas se vaciarán y a poco rato estaría desangrado, listo para vivir posiblemente en una burbuja toda la eternidad.

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¿Eternidad? ¿Y si no existe la eternidad? ¿Si la eternidad es lo que dura un beso en los labios de Lisbeth y no me había dado cuenta? No, no puede ser eso. ¿Y si fuera así? Entonces la elasticidad de un segundo se convertiría en siglos incontables. ¡No, no es eso! Un beso de Lisbeth, no dura más de dos minutos y se acaba. Luego se borra con otro beso de Lisbeth y los dos besos no pueden ser dos eternidades. ¿Y por qué no? Al menos en mi cabeza no cabe ese concepto.

¡Ah! Ahora recuerdo, esto lo escribí antes de nacer de nuevo. Eso creo. El autor es escritor y educador@VLopezAzuan.

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