18 de octubre de 2024

Este 10 de octubre, Día Mundial de la Salud Mental

El 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental, una fecha que busca aumentar la conciencia sobre los problemas de salud mental en todo el mundo. Esta efeméride fue establecida en 1992 por la Federación Mundial para la Salud Mental (WFMH) y apoyada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La elección de esta fecha se debe a que Richard C. Hunter, entonces subsecretario general de la WFMH, propuso el 10 de octubre como un día para crear conciencia sobre las cuestiones críticas relacionadas con la salud mental.

La primera celebración oficial tuvo lugar en 1992, y desde entonces, el Día Mundial de la Salud Mental ha evolucionado para convertirse en una plataforma global que reúne a gobiernos, organizaciones y comunidades para abordar y visibilizar los desafíos que enfrentan las personas con trastornos mentales. El lema de este año es “La salud mental es un derecho humano universal”, lo que refleja un enfoque renovado hacia la salud mental como un componente esencial del bienestar general.

La elección del 10 de octubre permite resaltar no solo la importancia del bienestar psicológico, sino también combatir el estigma asociado a los trastornos mentales. Durante este día, se realizan diversas actividades, como conferencias, campañas de sensibilización y eventos comunitarios, que buscan fomentar una mayor comprensión y apoyo hacia quienes padecen problemas de salud mental.

El Día Mundial de la Salud Mental, que se conmemora cada 10 de octubre, se ha convertido en un momento crucial para reflexionar sobre el estado de la salud mental a nivel global. Este año, el enfoque se centra en las consecuencias de la pandemia de COVID-19 y los conflictos bélicos, que han exacerbado la crisis de salud mental en diversas regiones del mundo.

Antes de la pandemia, se estimaba que uno de cada cinco adultos padecía algún trastorno mental a lo largo de su vida. Sin embargo, estudios recientes indican que esta cifra ha aumentado significativamente. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 25% de las personas experimentó problemas de salud mental durante la pandemia, destacando un aumento en trastornos como la ansiedad y la depresión.

La incertidumbre, el aislamiento social y el miedo a la enfermedad han contribuido a un aumento del estrés y otros problemas psicológicos. En particular, los jóvenes y las personas mayores han sido grupos vulnerables, enfrentando desafíos únicos durante este periodo.

Los conflictos armados también han tenido un impacto devastador en la salud mental. La organización Mental Health Europe (MHE) ha señalado que las guerras generan un sufrimiento psicológico profundo en las poblaciones civiles, especialmente entre niños y adolescentes[1]. La violencia, el desplazamiento forzado y la pérdida de seres queridos son factores que contribuyen al desarrollo de trastornos como el trastorno por estrés postraumático (TEPT) y la depresión.

Un estudio publicado en The Lancet revela que aproximadamente una de cada cinco personas en entornos posteriores a un conflicto sufre de problemas mentales graves[2]. Las consecuencias no se limitan al momento del conflicto; pueden persistir durante años, afectando no solo a los individuos sino también a las comunidades enteras.

Las regiones más afectadas por problemas de salud mental relacionados con conflictos incluyen:

  • Ucrania: La guerra ha dejado secuelas psicológicas profundas, especialmente entre los niños.
  • Siria: Más de 10 años de conflicto han llevado a una crisis humanitaria y un aumento en trastornos mentales.
  • Sahel Central: La inestabilidad política y los conflictos armados han afectado gravemente a las comunidades locales.
  • Gaza: Los recientes enfrentamientos han exacerbado problemas preexistentes en salud mental.

A medida que el mundo se enfrenta a nuevas crisis geopolíticas y sociales, es crucial priorizar la salud mental como parte integral del bienestar humano. La MHE enfatiza que el acceso a apoyo psicológico debe ser un componente esencial en cualquier respuesta humanitaria[1][2]. Además, es fundamental desarrollar intervenciones sostenibles que aborden tanto las necesidades inmediatas como los efectos a largo plazo del trauma.

La comunidad internacional debe trabajar para garantizar que todas las personas tengan acceso a servicios de salud mental adecuados, independientemente de su situación geográfica o socioeconómica. Solo así podremos mitigar el impacto devastador que los conflictos bélicos y las crisis sanitarias tienen sobre la salud mental global.

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