Miradas a la escritura, lectura y el texto
Por Virgilio López Azuán
Pareciera que la escritura es primero que la lectura si partimos de un texto elaborado utilizando signos lingüísticos y otros códigos comunicativos. Pero es bueno darle miradas, desde estas posiciones, por ejemplo: la del escritor y la del lector.
Si es desde quien escribe, para hacerlo debió haber leído antes, sino no dejara la huella gráfica. Si es desde quien lee la escritura ya es algo cosificado el cual soporta su descifrado. Pero quien lee, ya ha sido escrito porque el lector, en sí mismo, es un texto que soporta múltiples lecturas. El lector entonces se escribe a sí mismo, en sí mismo.
Cuando se lee también se escribe al mismo tiempo. No aludo a la escritura manual, sino que al leer se activa la escritura mental. Se escribe en la memoria. Allí quedan los registros en estados consciente o inconsciente, pero allí están.
La lectura no se reduce a la conceptualización de grafías y símbolos que han sido dotados de significados por un proceso de construcción cultural producto de la relación de humanos. La percepción de reconocer los hechos, lo real y transformarlos en ideas de realidades, es lectura. No solo se lee por medio del sentido de la vista, también los otros sentidos lo hacen.
Para ello tenemos, por ejemplo, el sistema braille, que es un sistema de puntos en relieve ideado por Louis Braille. No es considerado como un idioma, sino un alfabeto, utilizado por personas ciegas. Con ese sistema, con el que se puede leer y escribir, se representan letras, signos de puntuación, números, símbolos matemáticos, la música, entre otros.
Todo es susceptible a ser leído, todo es texto y, vuelvo a Jacques Derrida, “Nada hay fuera del texto”. Entonces todo está dicho, “no hay creación ex nihilo, todo está dicho y ya1”, solo basta descubrirlo. No sería necesario la extratextualidad, un escrito con signos lingüísticos es un tipo de texto, la información que da un paisaje es un tipo de texto, dentro del texto del todo, lo mismo que la lectura que se hace de una figura humana u otra cosa.
Unos hermosos ojos a los cuales se le escribe un poema también es un texto, generando otro texto como si fuera un acto de recursividad. Esa “relación de los procesos de lectura y escritura nos brinda una de sus claves compositivas, ya que con él la literatura se convierte radicalmente en la escritura de una lectura y en la lectura de una escritura”, como nos dice Weinberg (2017), en un estudio sobre Jorge Luis Borges y su obra. La lectura genera un texto en la conciencia de la persona que lee.
El mismo puede estar disponible en la memoria inmediata o el subconsciente como huella capaz de hacer sinapsis y a su vez generar más textos.
En el texto existen intratextos y nos parece como si estuviéramos ante la presencia de la katiuska, la muñeca rusa. Es por ello tan complejo la facticidad y dejar las cosas por sentado de un tirón. La lectura es inacabable, infinita. Con todo lo dicho el lector formaría parte del texto, sería una extensión del mismo.
Quizá el sentido y valor de lo real sea considerado por una constitución “a partir de interpretaciones realizadas desde una determinada perspectiva que proyecta en tales interpretaciones las condiciones de su crecimiento y desarrollo. 2” Quien crea sentido y valora lo real es la conciencia del sujeto.
Es ahí que fraguan las complejidades de humanos. Aunque sería discutible que lo real sea una construcción de la conciencia. Sea o no sea la conciencia es texto porque también se hace texto a partir de la realidad creada como se había expresado.
Me causó provocación leer el siguiente párrafo extraído de la novela “La puerta de los tres cerrojos” (2011) de Sonia Fernández-Vidal: “Imaginaos una calle por la que circula un coche oscuro, sin luces. Todas las farolas de la calle están apagadas. No hay resplandor de ninguna casa ni luz proveniente de los escaparates. De repente, un gato negro cruza por delante del coche. Sin embargo, el conductor frena a tiempo antes de atropellarlo. ¿Cómo ha conseguido verlo? 3”.
El conductor logró ver el gato porque simplemente era de día, el texto nunca dice que era de noche. Pero si el lector se descuida concluye que sí lo era y buscará mil maneras de descubrir como el conductor consiguió ver al gato. En ese texto hay otros textos incluidos y dependerá de múltiples factores que acompañen al lector para dar con la intención del escritor.
Una sola palabra en un escrito puede producir la lectura de un texto diferente al que se presenta. Los factores, de comprensión lectora, emociones, sentimientos, inteligencia, lenguaje, habilidades en lectura, conciencia, organización del pensamiento, sujeto situado, sentidos despiertos, podrían ser algunos.
En el caso anterior el lector pudo haber creado una realidad bajo un manto nocturnal. Estaba haciendo su propio texto en la película mental que filmaba. Si lo hizo, en ese caso estaba enviando a su memoria una historia distinta. No es igual una escena a media noche que con el sol afuera.
El lector, con una sola palabra que el escritor pusiera en el texto, llenaría de oscuridad la escena y sus percepciones fueran distintas. Si en el párrafo no se hace la pregunta “¿Cómo ha conseguido verlo?”, muchos habrían caído en la trampa de la autora. Ni siquiera se habrían molestado en indagar. Hubieran fijado la escena en horas de la noche y ya, estarían condicionados a eso.
Los matemáticos explican el mundo, la realidad o la verdad, a la luz de las matemáticas, algunos llegan a decir que todo es matemáticas; los químicos a la luz de la química y, en sentido general, los científicos por medio de las ciencias. También, los religiosos hacen sus explicaciones por medio de las religiones y la fe: todos tienen su texto.
Ahora con los estudios de la física cuántica se propone una ruptura con el concepto de lo real tradicionalmente conocido, con el principio de la superposición, que una partícula existe en dos lugares diferentes al mismo tiempo. Es darle un giro al criterio de la ubicuidad.
Algunas ideas planteadas anteriormente pueden ser refutadas o refrendadas, caben muchas lecturas dentro. Cada lectura que se le dé podría generar ruptura o relación, sería mucho más útil si se crearan nuevos conocimientos, otros textos. Estos podrían ser válidos o verdaderos si se someten a criterios de verdad, siendo aceptados si son el resultado de un contrato sociocultural.
Los oficios de escritura y lectura del texto permiten articular nuevas posibilidades de obtener conocimientos, reformularlos, reinventarlos y crearlos. Para ello el individuo humano ejercita sus capacidades cerebrales y procura cada vez más explicaciones en sus ansias de saber y responderse preguntas fundamentales de la realidad y la existencia.
El autor es escritor y educador.